Familia Zanínovic Deglin
Esta redacción es hecha por Jorge Zanínovic Deglin
La segunda hija del matrimonio Deglin Samson, Juana, había nacida en Francia en 1901 y luego de sus estudios secundarios ingresó a estudiar Pedagogía en Francés en el Instituto Pedagógico en Santiago; por supuesto tenía la ventaja de dominar el idioma que diariamente practicaba en su familia. Entre sus numerosos recuerdos de esa época, siempre nombraba haber sido contemporánea en el Instituto con Pablo Neruda de quien recordaba muchas de anécdotas, algunas de ellas no muy favorables al poeta.
En tanto, su futuro marido Dinko Zaninovic hacía su vida inicialmente en el Norte del país específicamente las salitreras en Iquique, a las que llegó a trabajar a los 17 años, después de emigrar desde Yugoeslavia específicamente en la Isla de Hvar en el mar Adriático; dura fue su vida al llegar a los 17 años a este país sin tener acá ningún familiar que lo acogiera. Producida la crisis del salitre el año 1931 se vió obligado a viajar a buscar nuevos horizontes primero en Santiago, luego en Concepción y nuevamente en Santiago.
La ya profesora Juana Deglín solía, con un grupo de colegas, efectuar actividades recreativas, sociales y viajes, costumbre que mantuvo toda su vida. En una de ellas, estando en Laraquete, Concepción, conoció a Dinko, quien trabajaba en la pesca dando inicio a una relación que culminó con el matrimonio de ellos en el año 1937.
Ya en esa época los Deglín tenían nuevas casas en Ñuñoa, específicamente en calle Los Orientales, hoy Eduardo Castillo Velasco 1848 – 1839 y 1837.
Dinko Zaninovic había iniciado labores comerciales junto a sus hermanos y mantenía negocios de abarrotes, primero en José Manuel Infante, luego en Avda. Suecia con El Vergel, Bilbao 2401 esquina Los Leones y Las Condes 7110 en su propio Centro Comercial. Muchos años después supimos que uno de los principales clientes del negocio de José Manuel Infante era un político y diplomático de apellido Castelblanco, en la época del Presidente Juan Antonio Ríos, cuya sobrina posteriormente se casó con Jorge, el hijo mayor del matrimonio Zaninovic Deglín.
En 1937 se produjo el matrimonio de Juana Deglín y Dinko del cual nacieron sus dos hijos Jorge y Zorka, la vida en las casas de Ñuñoa constituyeron todo un hito en nuestra familia en que los primos Deglín y también Chateauneuf, tuvieron una intensa vida en común compartiendo, según el caso, muchos momentos de la infancia que quedaron grabados para siempre.
En la casa de Juana Deglín vivía también su madre Marie Samson, la que era un personaje muy particular, tuvo una sordera creciente lo que le impidió, a pesar de los más de 40 años que estuvo en Chile, aprender a hablar castellano, expresándose en Francés lo que nos facilitó la enseñanza de ese idioma al estar a lo menos con capacidad de traducir lo que ella decía. Físicamente era inconfundible, era muy menuda, pequeña, encorvada, siempre vestía de traje largo y negro como del Siglo XIX y en el pelo con un tomate que recogía su larga cabellera: era la verdadera dueña de casa por cuanto el matrimonio al trabajar tenía largos horarios ausentes en el hogar.
Aún me parece verla mirando por la puerta de calle entreabierta a quienes pasaban, permaneciendo largos periodos de tiempo en esa actitud. Prácticamente no salía nunca de la casa, salvo para el Viernes Santo que en esa época tenía en la tarde una liturgia de oración que duraba 3 horas. La abuela hacía buenas migas con Dinko, quien habitualmente a pesar de Juana, salía casi todos los fines de semana a cazar con sus amigos, liebres, perdices y tórtolas, que traía a la casa para que ella las cocinara. Famoso era el lapin al horno.
En esa época los primos Deglín Morandé y Zaninovic Deglín compartían todas sus actividades infantiles y juveniles disfrutando primero de la piscina en la casa del tío Marcelo y luego las onces familiares en la casa de los Zaninovic Deglín, las actividades en el barrio eran intensas existiendo una numerosa generación contemporánea de niños y jóvenes, lo que hacía prácticamente imposible aburrirse o no tener actividades conjuntas.
Recuerdo también las primeras fiestas que se hacían en la casa del tío Marcelo donde llegaba gran número de amigos y parientes que terminaban en bailes, incluso de disfraces en más de una oportunidad. Eran las amistades de la tía Luz, esposa del tío Marcelo, la que hoy a los 95 años aún vive.
Para nuestros veraneos, la que organizaba todos los panoramas era la tía Renée Deglin, la que me llevaba junto a sus hijos a Pelluhue en Cauquenes, Concón o Quinteros. Nuestros padres, por razones de trabajo y por la necesidad de cuidar a la abuela, participaban muy poco de estos eventos, a lo más llegaban los fines de semana a visitarnos.
Entre los paseos que más recuerdo fue un viaje con la tía a la Isla Juan Fernández en el trasatlántico Reina del Pacífico, en cuyo viaje sufrí intensos mareos, todo un sufrimiento. Era en esas oportunidades que compartíamos especialmente con la familia Chateauneuf Deglín por cuanto ellos que vivían en Ñuñoa se habían trasladado al centro de Santiago y Rolando el varón, a la Cisterna.
Mi madre Juana siempre se caracterizó como buena profesora a mandar y asumir papeles de jefa. Inolvidables eran las reuniones que hacían en la casa con un grupo numeroso de colegas que se juntaron habitualmente durante gran parte de su vida; en más de una oportunidad me tocó exponer mis limitados, pero muy celebrados conocimientos de violín. Curiosamente mi hermana Zorka, que también es profesora heredó, de Juana la misma condición, frecuentemente se junta con su grupo de colegas y amigos.
El barrio de Ñuñoa
En esa época (1950), al existir dificultades para movilizarse y comunicarse, se realizaban actividades en el barrio, muchas veces en la calle misma, en torno al cual se encontraban los colegios, cines, comercios, iglesias, plazas, etc.
Por tratarse de lugares nuevos, existían muchas familias jóvenes con niños, los que se juntaban y jugaban, en todos los espacios públicos disponibles, formando pandillas que rivalizaban con los de otros barrios.
En nuestro caso, éramos alrededor de 30 a los que sumaban los amigos y compañeros de colegio que venían de otros lugares.
Famosos eran los malones, fiestas juveniles en que cada visitante aportaba algo para el consumo del resto, acompañados por bailes que terminaban a las 10 u 11 de la noche. Allí conocí a la sobrina del arrendatario de la casa de la tía Renée, quien posteriormente sería mi esposa.
Nos juntábamos los primos, incluyendo a Mireya con su variedad de uniformes de sus colegios, Marcelo y Zorka de la Alianza Francesa, Mónica de la Maisonette, Mireya con su uniforme azul de las Monjas Francesas y yo que iba a un Liceo Fiscal Manuel de Salas, que no tenía uniforme. Coincidí un año con Ricardo Lagos E. como compañero de curso en 5° preparatoria. Es curioso, en invierno sufríamos con el frío, debíamos caminar con pantalones cortos para tomar la movilización pasando por charcas de agua lluvias congeladas; Prueba irrefutable del calentamiento global.
Juana Deglín trabajaba a horario completo haciendo sus clases de francés, Dinko también preocupaba de sus negocios y proyectaba inversiones inmobiliarias que finalmente concretó con apoyo de Marcelo Deglín como arquitecto; este tenía su oficina en su casa, lo que nos llamaba mucho la atención por sus tableros, planos, instrumentos, etc. Hicieron un edificio de departamentos y locales comerciales en Avenida Las Condes.
La desgracia llegó a nuestra familia en 1954 y 1956. Primero falleció la abuela Marie Valeria en 1954 debido a un derrame cerebral fulminante, el que afortunadamente no le provocó dolor ni limitaciones.
Dos años después del fallecimiento de la abuela Marie Valerie en 1954, a Dinko Zaninovic, a los 46 años, se le detectó un cáncer que le provocó la muerte en 5 meses. Nuestra vida cambió, mi madre Juana viuda joven quedó con un hijo (Jorge) iniciando la Universidad y otra hija de 13 años aún en el colegio.
Jorge se recibió de Ingeniero Civil realizando variados trabajos: primero como empleado y luego como empresario en el rubro inmobiliario. De su matrimonio con Gloria, nacieron Alejandra, médico; Francisco egresado de derecho; y Danitza, psicóloga. Zorka en tanto es profesora de inglés y tuvo de su matrimonio con Keneth Lennon 3 hijas: Maureen, periodista; Loreto, médico, y Carolina, ingeniero comercial.
El ocaso
La vida transcurría y la familia con los hijos ya profesionales se iban del barrio, empezaba a crecer con los primeros nietos que iban llegando.
Alejandra, la primera nieta de Juana, aprovechó esta chochera y compartió largas jornadas con la abuela. La tía Renée había vuelto a Ñuñoa a una casa que se construyó en el patio trasero de la propiedad de Eduardo Castillo Velasco. Por otra parte el tío Marcelo se cambió a una nueva casa en Providencia, en calle Suecia al llegar a Costanera, en la que aún ocupa la tía Luz y su hija Mónica. Al pasar de los años, Juana y la tía Renée se fueron uniendo en una compañía mutua que les ayudó a sobrellevar una larga vejez. Afortunadamente la salud las acompañó durante muchos años.
Diariamente la tía Renée, acompañada por su perra Bibiche, llegaban en la tarde a la casa de Juana, a pasar revista a todas las noticias, especialmente de la familia. Con ellas uno se ponía al día de lo que pasaba con todos nosotros, no sólo de aquí sino también de Francia, desde donde llegaban siempre a su casa, su sobrina Hélène y otros familiares Deglín. Estas visitas de Francia tenían un gran mérito, lograban reunirnos y aglutinarnos a todos los parientes y compartir y conocernos mejor dándonos cuenta de cómo transcurría el tiempo. En nada quedaban las promesas de juntarnos posteriormente. Salvo ahora que se cumplen los 100 años de la llegada de los DEGLIN a Chile.
Juana Deglín falleció a los 90 años en el año 1991.